domingo, 12 de abril de 2009

Pobre Lilita


Según cuenta hoy Sebastián Abrevaya, un dirigente de la Colisión Cívica le dijo que en cuestiones electorales “los radicales son iguales a los peronistas, también huelen la sangre.”¿Se acabó el reinado del tifón chaqueño?¿Su reclusión es momentánea o para siempre?¿Vale la pena una campaña electoral sin su grandilocuencia?¿Se presentará como candidata si finalmente la diva del Festilindo decide dedicarse a cumplir con el mandato que le confirió el 60 % de los vecinos de la ciudad de Buenos Aires que se espantan con las maniobras execrables del peronismo?Una campaña si su figura se me figura tibia, fofa, sosa, sin punch.¿En quién se va a inspirar Aníbal Fernández?¿Quién inyectará adrenalina en los despachos judiciales si el flujo de sus denuncias amaina?Los radicales son bravos y no se les caen los anillos por levantar la sanción de por vida al Cleto. Las condiciones han cambiado en la república y el mensaje de la clase media que se movilizó al funeral de Raúl Alfonsín fue que la UCR es la depositaria del mandato de moderación y concordancia que el ex presidente cultivó luego de perder todas las pulseadas. Entonces los hombres y mujeres del centenario partido de De la Rúa, Mor Roig, Nosiglia y Alvear salen presurosos a ponerse en primera fila porque el país necesita un partido que siempre termine retirándose antes del gobierno, generando así las condiciones para que las corporaciones utilicen esos interregnos de crisis para ganar más espacio aún en el reparto de la torta y que empresas como Clarín licuen sus deudas como aconteció en 2002 gracias a los buenos oficios del garante de Banfield.El hombre ahora es Cobos, el oficialista opositor, el traidor fiel, el falso impostor, el zurdo diestro, lo que se dice un radical al derecho y al revés, eso que “la gente” (1) reclama en las escalinatas de las iglesias y en paquetas confiterías de capital y zona norte.Y de la pobre Lilita ya nadie se acuerda. No se puede ser tan insolidario. Así no se construye un porvenir de moderación y diálogo. Así no se sientan las bases de una democracia donde prime la concordancia y la tolerancia.


Gerardo Fernández / Capital Federal.


(1) Según el Nuevo Diccionario Político Argentino de Raúl Degrossi “Gente” es un “conjunto de personas de piel blanca y dentadura completamente desarrollada, generalmente de clase media o alta, que habita en áreas residenciales de los grandes centros urbanos y cuyos deseos y expectativas deben invariablemente ser satisfechos por los gobernantes, aun cuando sean variables o contradictorios, se opongan decididamente a los de la mayoría electoral o sean incompatibles con éstos.”

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