domingo, 5 de abril de 2009

La ley...


Por


Federico Soñez, Diputado de la Nación (MC),


Directos de Instituto Antonio Gramsci


Paraná, Entre Ríos, 6 de Abril de 2009


Es unánime el beneplácito, la alegría con que los sectores populares hemos recibido el anteproyecto de ley de comunicación audiovisual.Al sostener que si unos pocos manejan la comunicación masiva, la democracia no es posible, al promover la diversidad y la pluralidad, al atacar el monopolio y la concentración, el proyecto retoma la vieja idea de Spinoza de que “el verdadero fin del Estado es la libertad”.Toda libertad, incluyendo la de buscar difundir y recibir informaciones e ideas, supone fortalecer la potencia común frente a los poderes privados, supone extender la protección para que unos individuos no sean sometidos a otros individuos. ´La opresión no asume en nuestro tiempos de la forma del Estado Absolutista, la forma del gobierno autoritario, como sostienen los reaccionarios en toda América Latina, sino la forma de los monopolios, la de la concentración de la propiedad y del control de los medios de comunicación,.Los intentos de restauración conservadora tienen la forma de Termidor Audiovisual.Por la naturaleza del problema, debemos ser conscientes, sin embargo, que el presente ante proyecto, necesariamente es más que una ley de medios y, a la vez , menos que lo requerido para cambiar la semiosis social, para cambiar la hegemonía cultural de un sistema global de producción y reproducción de la vida que propone como valores finales la maximización del consumo, del poder, del prestigio y del éxito.Decimos que es más, porque retomando un idea del recordado compañero Nicolás Casullo, debemos entender que esta ley regula la actividad política mucho más que las normas especificas e incide decisivamente no solo sobre las conductas electorales sino sobre le selección de candidaturas.El poder mediático privado, desde un interés abiertamente reaccionario, construye la realidad política. Una construcción en cada casa, en cada mirada, en cada subjetividad, ejerciendo un dominio que desplaza las formas tradicionales de la política.Cuando desde el poder manipulador se contraponen las movilizaciones organizadas a otras supuestamente espontáneas, se dice que el pueblo sencillo y trabajador concurre por el choripan y el vino. Lo que ocultan es que a las otras, la masa numérica no la brindan sujetos libres sino figuras monstruosas que babean alienación y repiten con eco inhumano los videolectos con que han sido formateados .La participación de los monopolios mediáticos no se explica con la vieja idea de la propaganda. Los medios no se reducen a apoyar la derecha política. Ellos son la derecha. Ellos asumen ,por sí y en sí ,el papel que antes correspondía a los partidos conservadores. Ellos establecen la programática, y las agendas públicas. Ellos fabrican candidatos y figuras. ¿Quién se atreve y quién puede hablar en serio de cualquier tema? Ellos deciden lo políticamente correcto y llaman consenso a su programa restaurador.Por eso es vital que el poder democrático avance sobre estos monopolios como propone la ley.Decimos que con la ley no alcanza para promover sujetos libres en el mundo de la comunicación, porque la alienación no se origina en los contenidos mediáticos sino en unas relaciones sociales que se le imponen al individuo con la fuerza de la fatalidad.La sociedad capitalista no puede menos que incumplir lo que le promete a los individuos, esto es que si persiguen en forma ciega, egoísta y desatada su interés particular, será posible la formación del común interés general.Pero la cultura capitalista tampoco puede menos que insistir en la construcción cotidiana de las referencias últimas de la significancia en torno al éxito, al consumo, al dinero.¿Cómo creer, cuando el sentido común coincide con el utilitarismo más vulgar, que un cambio en los contenidos va a permitir valorizar lo que aparece como inútil? ¿Cómo creer que algunos medios en manos populares serán suficientes para desbaratar la síntesis visual construida por el capitalismo que ha instalado la vocación destituyente en el ojo mismo, canminado ahora a degradar, erosionar, consumir, engullir, antes que mirar?No señalo deficiencias de la ley, indico la naturaleza integral de los cambios que necesitamos emprender.Creo que la ley es un formidable instrumento técnico para seguir combatiendo por la autonomía social e individual.Creo que para esto hay que dar mucho espacio a las miradas alternativas, a las que nos recuerdan la opresión de género, a la que nos hablan de la naturaleza, las que nos llevan hacia los pueblos originarios, las que promueven la solidaridad y las ideas, en fin, de que la vida buena es la que se vive en común.Y esto, se sabe, es lo contrario a cuando todos, a la misma hora, vemos la misma basura en la televisión.


Federico Soñez también escribe para este Blog semanalmente como Fe.Ro.So.

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