martes, 14 de abril de 2009

¿Qué viene a continuación?


El socialismo fracasó; ahora, el capitalismo está en quiebra.


Sea cual sea el logotipo ideológico que adoptemos, el desplazamiento del mercado libre a la acción pública debe ser mayor de lo que los políticos imaginan.El siglo XX ha quedado ya atrás, pero aún no hemos aprendido a vivir en el XXI, o al menos a pensarlo de un modo apropiado. No debería ser tan difícil como parece, dado que la idea básica que dominó la economía y la política en el siglo pasado ha desaparecido, claramente, por el sumidero de la historia. Lo que teníamos era un modo de pensar las modernas economías industriales –en realidad todas las economías–, en términos de dos opuestos mútuamente excluyentes: capitalismo o socialismo. Hemos vivido dos intentos prácticos de realizar ambos sistemas en su forma pura: por una parte, las economías de planificación estatal, centralizadas, de tipo soviético; por otra, la economía capitalista de libre mercado exenta de toda restricción y control. Las primeras se vinieron abajo en la década de los 80, y con ellas los sistemas políticos comunistas europeos; la segunda se está descomponiendo ante nuestros ojos en la mayor crisis del capitalismo global desde la década de 1930. En algunos aspectos es una crisis de mayor envergadura que aquélla, en la medida en que la globalización de la economía no estaba entonces tan desarrollada como hoy y la crisis no afectó a la economía planificada de la Unión Soviética. Todavía no conocemos la gravedad y la duración de la actual crisis, pero sin duda va a marcar el final de la clase de capitalismo de libre mercado que se impuso en el mundo y sus gobiernos en una época que dio inicio con Margaret Thatcher y Ronald Reagan.La impotencia, por consiguiente, amenaza tanto a los que creen en un capitalismo de mercado, puro y desestatalizado, una especie de anarquismo burgués; como a los que creen en un socialismo planificado incontaminado por la búsqueda de beneficios. Ambos están en quiebra. El futuro, como el presente y el pasado, pertenece a las economías mixtas en las que lo público y lo privado estén mútuamente vinculados de una u otra manera. ¿Pero cómo? Este es el problema que se nos plantea hoy día a todos, y en particular a la gente de izquierda.Nadie piensa seriamente en regresar a los sistemas socialistas de tipo soviético, no sólo por sus deficiencias políticas sino también por la creciente indolencia e ineficiencia de sus economías, aunque ello no debería llevarnos a subestimar sus impresionantes logros sociales y educativos. Por otra parte, hasta que el mercado libre global implosionó el año pasado, incluso los partidos socialdemócratas y moderados de izquierda de los países del capitalismo del Norte y Australasia se habían comprometido más y más con el éxito del capitalismo de libre mercado. Efectivamente, desde el momento de la caída de la URSS hasta hoy no recuerdo ningún partido o líder que denunciase el capitalismo como algo inaceptable. Y ninguno estuvo tan ligado a su suerte como el New Labour, el nuevo laborismo británico. En sus políticas económicas, tanto Tony Blair como Gordon Brown (éste hasta octubre de 2008) podían calificarse sin ninguna exageración como Thatchers con pantalones. Y otro tanto cabe decir del Partido Demócrata de Estados Unidos.La idea básica del nuevo Labour, desde 1950, era que el socialismo era innecesario, y que se podía confiar en el sistema capitalista para hacer florecer y generar más riqueza que ningún otro sistema. Todo lo que los socialistas tenían que hacer era garantizar una distribución equitativa. Pero, desde 1970, el acelerado crecimiento de la globalización dificultó y socavó fatalmente la base tradicional del Partido Laborista británico, y en realidad las políticas de ayudas y apoyos de cualquier partido socialdemócrata. Muchas personas, en la década de 1980, consideraron que si el buque del laborismo pretendía no irse a pique, lo que era una posibilidad real, tenía que ser objeto de una puesta al día.Pero no lo fue. Bajo el impacto de lo que consideró como la revitalización económica thatcherista, el New Labour, a partir de 1997, se tragó entera la ideología, o más bien la teología, del fundamentalismo del mercado libre global. El Reino Unido desregularizó sus mercados, vendió sus industrias al mejor postor, dejó de fabricar objetos para la exportación (a diferencia de Alemania, Francia y Suiza) y apostó todo su dinero a su conversión en el centro mundial de los servicios financieros, y con ello en un paraíso de blanqueadores de dinero multimillonarios. Así, el impacto actual de la crisis mundial sobre la libra y la economía británica va a ser probablemente más catastrófico que el de ninguna otra gran economía occidental y va a hacer la recuperación más difícil.Es posible afirmar que todo esto es ya agua pasada. Que somos libres de regresar a la economía mixta, y que la vieja caja de herramientas laborista está ahí a nuestra disposición -incluso la nacionalización-, así que todo lo que tenemos que hacer es utilizar de nuevo estas herramientas que el New Labour nunca debió dejar de usar. Sin embargo, esta idea sugiere que sabemos qué hacer con las herramientas. Pero no es así. Por una parte, no sabemos cómo superar la actual crisis. No hay nadie, ni los gobiernos, ni los bancos centrales, ni las instituciones financieras mundiales, que lo sepa: todos ellos son como un ciego que intentara salir del laberinto dando golpes en las paredes con todo tipo de bastones en la esperanza de dar con el camino de salida. Por otra parte, subestimamos el persistente grado de adición de los gobiernos y los responsables de las políticas a los exabruptos del libre mercado, que tanto placer les han proporcionado durante décadas. ¿Acaso se han librado del supuesto básico de que la empresa privada orientada al beneficio es siempre el medio mejor y más eficaz de hacer las cosas? ¿O de que la organización y la contabilidad empresariales deberían ser los modelos incluso de la función pública, la educación y la investigación? ¿O de que el creciente abismo entre los multimillonarios y el resto no es tan importante, después de todo, siempre y cuando todos los demás –excepto una minoría de pobres– esté un poquito mejor? ¿O de que lo que necesita un país, en cualquier caso, es un máximo de crecimiento económico y de competitividad comercial? No creo que hayan superado todo esto.Sin embargo, una política progresista requiere algo más que una ruptura algo mayor con los supuestos económicos y morales de los últimos 30 años. Requiere un regreso a la convicción de que el crecimiento económico y la abundancia que comporta son un medio, no un fin. El fin son los efectos que tiene sobre las vidas, las posibilidades vitales y las expectativas de las personas. Tomemos el caso de Londres. Es evidente que a todos nos importa que la economía de Londres florezca. Pero la prueba de fuego de la enorme riqueza generada en algunas partes de la capital no es que haya contribuido al 20 ó 30% del PIB británico, sino cómo ello ha afectado a las vidas de los millones de personas que viven y trabajan allí. ¿A qué clase de vida tienen derecho? ¿Pueden permitirse vivir allí? Si no pueden, no es ninguna compensación que Londres sea un paraíso de los muy ricos. ¿Pueden conseguir empleos decentemente pagados, o en realidad cualquier tipo de empleo? Si no pueden, de qué sirve todo este jactarse de tener restaurantes de tres estrellas Michelin, con unos chefs convertidos ellos mismos en estrellas. ¿Pueden llevar a sus hijos a la escuela? La falta de escuelas adecuadas no se compensa con el hecho de que las universidades de Londres puedan montar un equipo de fútbol con su profesorado de ganadores de premios Nobel?La prueba de una política progresista no es privada sino pública, no sólo importa el aumento del ingreso y del consumo de los particulares sino la ampliación de las oportunidades y, como las llama Amartya Sen, las capabilities –capacidades– de todos por medio de la acción colectiva. Pero esto significa –o debería significar– iniciativa pública no basada en la búsqueda de beneficio, siquiera fuera para redistribuir la acumulación privada. Decisiones públicas dirigidas a conseguir mejoras sociales colectivas con las que todos saldrían ganando. Esta es la base de una política progresista, no la maximización del crecimiento económico y el ingreso personal. En ningún ámbito será esto más importante que en la lucha contra el mayor problema a que nos enfrentamos en el presente siglo: la crisis del medio ambiente. Sea cual sea el logotipo ideológico que adoptemos, significará un desplazamiento de gran alcance, del mercado libre a la acción pública, un cambio mayor que propuesto por el gobierno británico.Y, teniendo en cuenta la gravedad de la crisis económica, debería ser un desplazamiento rápido. El tiempo no está de nuestro lado.




Eric Hobsbawm (1917), historiador y académico británico. Es presidente del Birbeck College de la Universidad de Londres, y autor de numerosas obras de historia contemporánea, la primera de las cuales fue Primitive Rebels: studies in archaic forms of social movement in the 19th and 20th centuries (1962). Y, entre otras,The Age of Revolution: Europe 1789-1848, The Age of Capital: 1848-1875, The age of extremes 1914-1991,etc. de las que hay traducción al catalán y al castellano. Su publicación más reciente es On Empire: America, War, and Global Supremacy (2008).

lunes, 13 de abril de 2009

República JUSTA....


Por qué pensar que la idea de que gobernadores e intendentes se presenten a cargos legislativos es una estafa? ¿Por qué pensar que la situación de Cobos, como Vicepresidente y opositor, apenas expresa una paradoja ética? ¿Por qué creer que las postulación de Felipe Sola o de Gabriela Michetti son una maniobra?
Creo que la respuesta adecuada es que pensamos desde la inercia. Que repetimos de memoria formas institucionales tan caducas como desbordadas por la dinámica política real.
En estos años, más de 20 gobiernos han caído en América Latina. Sin embargo no hubo ningún Golpe de Estado Militar.¿Qué falló?
Por qué cuando se hablaba de vocación destituyente contra la Presidenta algunos se ofuscaban diciendo que no eran golpistas? ¿Acaso no querían, los que salían con cacerolas por ejemplo, que la Presidente se fuera?
Creo evidente que los formatos constitucionales de nuestras repúblicas no se corresponden con lo que necesitamos.
Las formas institucionales no están para aprisionar la política, para esclerosar la representación popular.
La propuesta de que se presenten a cargos legislativos quienes detentan cargos ejecutivos es absolutamente normal en los países parlamentarios. Más aún, es normal que no asuman el cargo legislativo sino que continúen en su función ejecutiva.
La legitimidad se obtiene por mandato popular en elecciones legislativas. La ministra de economía española, por ejemplo, baja a la arena electoral para presentarse como candidata a diputada del PSOE. Luego sigue como ministra, los que la votan saben que no va a ser legisladora.
En la Argentina no rige el parlamentarismo. Por eso esta propuesta hace ruido. Pero desde el pensamiento político debemos priorizar la dinámica real frente a formas fosilizadas.
Nada hay nada menos estafador y más clarificador que aquellos que mejor expresan el proyecto de gobierno se presenten a la consideración popular. Es que en unas elecciones parlamentarias intermedias lo que se vota es el apoyo o rechazo al gobierno. Esta verdad es la que no cabe en la vieja institucionalidad.
Nada hay nada menos estafador y más clarificador que los principales referentes de la oposición se presenten como candidatos al cargo que ya ocupan cuando todavía les queda mandato, como el caso de Sola.
El voto tiene antes que nada un sentido político. La propuesta de Kirchner refuerza ese sentido, lo hace más claro.
Por supuesto, en la agenda pública argentina ya debe escribirse con urgencia la necesidad de reformar la constitución y avanzar hacia un sistema parlamentario.




Fe.Ro.So./ Postura oficial de la Flaca.

EL NPA francés...


La tensión social dispara el apoyo a los partidos anticapitalistas
La izquierda radical gana popularidad en Francia

En los sondeos, en la calle y en las conversaciones de los altos tecnócratas, las señales de que en Francia algo se está moviendo son múltiples. Como una placa tectónica, los partidos de la izquierda que abogan por una ruptura con el capitalismo están subiendo y ganando adeptos. Las encuestas lo apuntan. El surgimiento en el paisaje político francés del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA), una agrupación política enteramente nueva, es la principal señal del movimiento telúrico que se está produciendo en el seno de una izquierda, cuyo color se va volviendo progresivamente más rojo.Pero no un rojo a la antigua sino un rojo de tonos nuevos. El auge del NPA entre la opinión pública gala está haciendo crecer las intenciones de voto de la izquierda, y tiñéndola de radicalismo. Es como si la posibilidad del debate hubiera desplazado su centro de gravedad 180 grados a la izquierda. Frente a un poder conservador que repite constantemente el eslogan "voy a moralizar el capitalismo", hay todo un posible elenco parlamentario que articula una agenda política cuyo objetivo final es el de "otro mundo es posible".Francia se ha convertido en el primer país rico donde la tensión social de la crisis puede desembocar en una batalla política entre conservadores y revolucionarios de nuevo cuño. Según el último sondeo realizado por el Instituto Ipsos, el nuevo NPA de Olivier Besancenot cuenta con una intención de voto del 9% cara a las europeas. Ese porcentaje indica ya una subida considerable respecto al 2% y 4% que obtenía su predecesor político, la Liga Comunista Revolucionaria (LCR). Los buenos augurios pronostican que el NPA no capta sus sufragios restándolos a las otras fuerzas de la izquierda, sino que atrae sus propios votos al campo de los partidarios del progreso. Allí donde no llegan ni el Partido Comunista Francés (PCF) ni el Partido de Izquierda (PG) .

Lucha Obrera ,un movimiento trotskista mantiene el 2% en intención de voto y el Frente de Izquierdas, formado por el PCF y el PG, alcanza el 6%. Con ese 17% del bloque izquierdista, la dinámica comienza a inclinarse del lado de quienes desean renovar el intento de ruptura con el capitalismo .
Crisis del Partido Socialista
El PS es una ruina porque sigue sin tomar nota de las consecuencias de su aceptación del sistema y del fracaso de 2002", señala. "Está por ver cómo se repartirán el NPA, el Partido de Izquierda, los Verdes y el PCF un espacio político que crece", dice. El milagro del NPA se encuentra en las ideas innovadoras que los franceses esperaban desde hace años. "Es el único partido que ha realizado claramente un relevo generacional, representado además por Olivier Besancenot, un cartero joven, modesto, que gana menos de 1.300 euros, como la mayoría de los franceses", concluye Johsua.Así, la subida de la izquierda radical es la respuesta francesa tanto a las consecuencias de la crisis como a su propia cultura política, siempre favorable a dar una oportunidad a activistas nuevos capaces de reintroducir la noción de progreso.Al radicalismo juvenil con mil caras de las manifestaciones de la primera mitad de la década, responde ahora otra realidad: los veinteañeros y treintañeros que entran masivamente en política, por la izquierda, y sin creer en las filigranas verbales del PS.Pese a las incógnitas que subsisten sobre el NPA y el Frente de Izquierdas ¿mantendrán la radicalidad o se acomodarán al sistema? hay algo claro. Frente a un sarkozysmo que habla de la crisis como "una catástrofe natural", en palabras del portavoz del presidente, la izquierda radical ha comenzado a producir un antídoto. Y, probablemente, más que eso: la primera muesca de que vuelve al ataque.
Notas: En la foto inferior, aparece el joven dirigente Oliver Besancenot, ex conducción la Liga Francesa Revolucionario (la LCR francesa) y fundador del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA)
El congreso fundacional del NPA. Se realizó del 6 al 8 de febrero, en un suburbio al norte de París. El día previo se había disuelto la Liga Comunista Revolucionaria, partido promotor del NPA. Si la LCR había surgido al calor del Mayo del ’68, cuarenta años después el NPA nace en el marco de la gran huelga que el 29 de enero sacudió toda Francia.

domingo, 12 de abril de 2009

Franceses modales, buena educación…


El 45 % de los franceses considera aceptable el secuestro de gerentes. Es una cifra lógica para un pueblo que hizo una revolución con la banderas de Libertad, Igualdad y Fraternidad.Un pueblo que en París supo establecer una comuna. Es una cifra lógica para una sociedad capitalista liberal que sabe que los patrones y los obreros están enfrentados.¿ Cuánto creen que sería el porcentaje de argentinos que apoyen hoy el secuestro de empresarios y gerentes? Un buen ejercicio es pensar dónde pueden estar las diferencias. La lista sería realmente larga. Yo voy a citar a uno de los Padres de su revolución "¿Cuál es el fin primordial de la sociedad? Mantener los derechos imprescriptibles del hombre.¿Cuál es el primero de esos derechos? El de existir. La primera ley social es, por tanto, la que asegura a todos los miembros de la sociedad los medios para existir; todas las otras están subordinadas a ella".


Fe.Ro.So.


Francia:
Para el 45% de los franceses es aceptable secuestrar gerentes.


El 45 por ciento de los franceses juzga "aceptable" el secuestro de gerentes de empresas por parte de obreros víctimas de planes de reestructuración y despidos, de acuerdo a un sondeo del Instituto Csa publicado hoy por el diario Le Parisien.El 50 por ciento considera en cambio "inaceptable" esa medida, mientras el restante 5 por ciento no se pronuncia.Por categorías profesionales, el 56 por ciento de los obreros y el 50 por ciento de los empleados considera los secuestros "aceptables" contra el 47 por ciento de los dirigentes y los profesionales".En las últimas semanas el secuestro de gerentes de empresas se convirtió en moneda corriente en compañías que anunciaron una serie de despidos en su nómina.

Pobre Lilita


Según cuenta hoy Sebastián Abrevaya, un dirigente de la Colisión Cívica le dijo que en cuestiones electorales “los radicales son iguales a los peronistas, también huelen la sangre.”¿Se acabó el reinado del tifón chaqueño?¿Su reclusión es momentánea o para siempre?¿Vale la pena una campaña electoral sin su grandilocuencia?¿Se presentará como candidata si finalmente la diva del Festilindo decide dedicarse a cumplir con el mandato que le confirió el 60 % de los vecinos de la ciudad de Buenos Aires que se espantan con las maniobras execrables del peronismo?Una campaña si su figura se me figura tibia, fofa, sosa, sin punch.¿En quién se va a inspirar Aníbal Fernández?¿Quién inyectará adrenalina en los despachos judiciales si el flujo de sus denuncias amaina?Los radicales son bravos y no se les caen los anillos por levantar la sanción de por vida al Cleto. Las condiciones han cambiado en la república y el mensaje de la clase media que se movilizó al funeral de Raúl Alfonsín fue que la UCR es la depositaria del mandato de moderación y concordancia que el ex presidente cultivó luego de perder todas las pulseadas. Entonces los hombres y mujeres del centenario partido de De la Rúa, Mor Roig, Nosiglia y Alvear salen presurosos a ponerse en primera fila porque el país necesita un partido que siempre termine retirándose antes del gobierno, generando así las condiciones para que las corporaciones utilicen esos interregnos de crisis para ganar más espacio aún en el reparto de la torta y que empresas como Clarín licuen sus deudas como aconteció en 2002 gracias a los buenos oficios del garante de Banfield.El hombre ahora es Cobos, el oficialista opositor, el traidor fiel, el falso impostor, el zurdo diestro, lo que se dice un radical al derecho y al revés, eso que “la gente” (1) reclama en las escalinatas de las iglesias y en paquetas confiterías de capital y zona norte.Y de la pobre Lilita ya nadie se acuerda. No se puede ser tan insolidario. Así no se construye un porvenir de moderación y diálogo. Así no se sientan las bases de una democracia donde prime la concordancia y la tolerancia.


Gerardo Fernández / Capital Federal.


(1) Según el Nuevo Diccionario Político Argentino de Raúl Degrossi “Gente” es un “conjunto de personas de piel blanca y dentadura completamente desarrollada, generalmente de clase media o alta, que habita en áreas residenciales de los grandes centros urbanos y cuyos deseos y expectativas deben invariablemente ser satisfechos por los gobernantes, aun cuando sean variables o contradictorios, se opongan decididamente a los de la mayoría electoral o sean incompatibles con éstos.”

Evo-K

Quienes alguna vez estuvimos en La Paz y conocimos la casa presidencial de Bolivia, donde vive el actual presidente Evo Morales, vimos las condiciones y el estilo de vida de unos de los líderes populares más importantes de Latinoamérica. Para aquellos que vimos como se desplaza el primer mandatario a la salida de la Casa de Gobierno, con poca custodia, sin guardaespaldas de anteojos negros que le abran paso, ni un séquito de seguidores en una plaza llena de gente, repleta de pobres campesinos y parias urbanos, reflexionamos sobre el comportamiento de algunos dirigentes argentinos.Nosotros los del campo popular, no creemos que la investidura, o el cargo, o los logros políticos de tal o cual dirigente le den a este el derecho de lucirse cual sibarita árabe o al más fiel estilo monárquico, todo lo contrario. Por eso me pareció importante subir esta foto y reflexionar sobre un líder popular auténtico, uno que salió de abajo y que hace mucho la viene peleando, acompañando los procesos campesinos del altiplano y la llanura, como también la lucha minera y de los trabajadores en general.Zapatillas sin marcas, jean muy usado, camisa berreta con aspiraciones a buena, un reloj Casio, su palm presidencial, y un gastado cobertor; esa y no otra es la imagen de un líder popular, aquellos que visten o vistieron ropas civiles deben y debieron haber usado ropa discreta. Para mí en lo personal porque es un gesto político, da el ejemplo y contribuye a desterrar la imagen del político neoliberal, que es la que hoy casi todos los políticos argentinos tienen. Esa imagen que aleja la política de la gente común, camisas caras, relojes caros, autos caros con vidrio polarizados, más allá, de que más de uno puede acceder a ellas por sus ingresos como funcionarios (honestamente) por su actividad privada fuera de la política. Inclusive algunos políticos creen que usar cosas caras es sinónimo de éxito político, una forma de mostrar poder, lamentablemente siguen creyendo en un paradigma obsoleto, creen que hacerse rico es hacerse poderoso, muy equivocados los pobres. No nos confundamos en este punto, no decimos que el dinero y el poder económico no den poder, todo lo contrario, si no que no siempre es condición necesaria, y esta de más aclararlo que no es condición suficiente.
El poder político emana de la capacidad de transformar, Magneto y Herrera de Noble tiene su poder ahí, en la capacidad de transformar el subconsciente de millones de argentinos (ya de por si alienados). Pero no discutimos moral, si no como amigos de la política, como fervientes creyentes de la política y su capacidad transformadora, cuales son algunos (de los tantos) gestos o acciones que alejan a una conducción política descreída de la gente común, de las bases como diría De Angeli o Agustin Tosco (salvando las diferencias).Esta critica común dentro de la militancia en general, desde La Quiaca a Ushuaia, se produce tanto por convicción como por pragmatismo. Para ser creíble, para no generar una imagen de hipocresía (aunque uno no lo sea) para lucir no contradictorio con lo que uno dice, para re amigarse con la gente la imagen del político hoy en día tiene que ser discreta.En la Argentina de los 90 tuvimos algunos dirigentes importantes que creían que se podía manejar una Ferrari o tener una pista privada de aterrizaje y ser creíble y no perder esa cariño popular, pero falso. Los 90 demostraron estadísticamente, bajo todos los métodos, un alejamiento profundo de la gente con la política y su dirigencia. En los 70 la política era sucia como siempre sabemos había intenciones raras, en los 90 todos se volvieron iguales, ladrones corruptos, y hoy la imagen de los políticos es peor que la de los militares genocidas de la última dictadura. En los 90 no ganó el más creíble (ya la mayoría no lo era)o el que tenía mayor afecto popular, si no el que tenía más presencia en los medios, más publicidad y que podía bancar un aparato más grande (aparato no militancia) y así entrar en la gente como entra Susana o Marce.El mayor experto en medición de imagen pública del país, Rosendo Fraga, en privado dijo y dice, que el aumento de la imagen positiva de Néstor Kirchner que llego a picos superiores del 70% (record histórico, en la época de Perón no existía), se debía no a sus actos en la ESMA junto a Hebe de Bonafinni, o su acercamiento a Evo o Chavez, la nacionalización de empresas, el aumento del empleo y de más, si no a que volvía a ser un político creíble, y era eso y no otra cosa lo que quería la gente. De hecho esté analista dice que el efecto Chacho en el 95 fue eso, que era honesto, creíble, y sigue sosteniendo que si se presenta a elecciones hoy en día tendría excelentes performance. Según Rosendo (que es uno totalmente distinto puertas adentro) lo que volvió a Kirchner creíble fueron dos cosas principalmente. Los primero fué que humanizó a la política, con sus sacos arrugados, con ropa desprolija, con sus bloopers y su acercamiento a la gente sin guardaespaldas o alejándose de ellos (haciendo esa pantomima de escapárseles), eso lo volvió humano, y de ahí en más se volvió creíble y confiable como el vecino o el verdulero. Kirchner reavivo la política, y sumo mucha militancia política, gente K, kirchnerista que ya no importaba si eran peronistas, radicales, o socialistas si no que volvieron a creer en la política gracias a Néstor después de 10 años de oscuridad. De hecho Rosendo sostiene que ahí reside el éxito de Alfredo de Angeli, el de ser un dirigente humano.Y lo segundo, los cambio en el mapa político, se dieron por que él dijo lo que muchos argentinos querían decir, puteo al FMI, a los Yanquis a Bush, y esé fue el segundo paso correcto, dijo los que muchos querían decir, eso que los políticos no dicen, rompió el discurso correcto de Prat Gay. Digo que el bipartidismo era una porquería (aunque hoy se olvido), que los banqueros era unos buitres, y por sobre todas las cosas no mintió sobre el estado de situación, la Argentina era un infierno.Otros sociólogos, afines al proyecto nacional de Néstor Kirchner, se preguntan por que Cristina no siguió esta fórmula? Según este sociólogo, números dos de un espacio muy prestigioso, este cambio de imagen en la política kirchnerista, afecto directamente su credibilidad, deshumanizo la política, y hoy ya no importa que diga lo que muchos quieren decir (si es que están leyendo a la gente con las misma claridad que en el 2003), por que diga lo que diga Cristina ya no es humana, y como dice este sociólogo el ultimo sobrehumano creíble fue Evita.El kirchnerismo, sobre todo en la era Cristina, adquirió los buenos modales, esos propios de Macri, Scioli, Lavangna, pero lógicamente la fórmula se repite, ya ninguno es creíble, ya no son humanos, y suben en las encuestas el que más aparece en cámara, el que más paga, el que puede sostener las estructuras más grandes.En cámara aparece más la oposición, pagan más los intereses concentrados, y las estructuras se encuentran en una condición de paridad importante.El pragmatismo sostiene que hay fórmulas exitosas (según las condiciones) y que si se aplican correctamente se pueden esperar resultados similares, Néstor desde sus desprolijidad encontró esa fórmula del éxito, será Kirchner un verdadero pragmático???

Ca.Ro.So.

La Furia...


Merece hoy especial atención la lectura de los diarios donde, en una tendencia que seguramente se incrementará con el curso de los días, compiten en furia antikirchnerista y loas a la virginidad perdida de la democracia la oposición partidaria y los analistas de los grupos mediáticos concentrados, ante la versión todavía no oficializada de impulsar las listas del oficialismo con gobernadores e intendentes para reforzar la relación de fuerzas parlamentaria.
Para la oposición sobran los adjetivos y faltan los argumentos: “mamarracho”, “violación del contrato con la sociedad”, “manotazo de ahogado”, “ofensa a las instituciones” y hasta “accionar cuasidelictivo”. Los principales medios anunciando catástrofe desde sus portadas y fundamentándolas en otras razones en sus análisis. Clarín titula centralmente “Gobernadores del PJ no se suman al Operativo Scioli” y La Nación piensa que va a los bifes: “Varios intendentes del PJ se resisten a ser candidatos”.
Ricardo Kirschbaum, Editor General del matutino de los Magneto-Noble considera que “Kirchner ha convertido la elección de junio en un plebiscito”, sorprendentemente se preocupa por la suerte de Scioli los intendentes bonaerenses y acusa al ex presidente de “buscar la victoria sin medir costos.” En tanto, su colega de redacción, Julio Blanck, considera que su “inesperada jugada” esta “deformando el sentido de las candidaturas en tributo a un intento plebiscitario, (y) aún está por verse si aumenta su potencia electoral y lo acerca a la victoria que necesita para sostener el poder, o por el contrario se dispara un ‘efecto boomerang’ que termina volviéndose en su contra, sin remedio y sin tiempo para intentar otra jugada”.
Como es habitual, los mayores dardos provienen del diario de los Mitre. Joaquín Morales Solá, el entusiasta de Bussi al que ahora desvela la suerte de la democracia según la entiende La Nación, no vacila en afirmar que estamos ante “El mayor escándalo institucional de los últimos ocho años, promovido por una camada de candidatos que anticipan que nunca ocuparán los cargos que disputarán" lo que "sólo se explica en la certeza previa de que las elecciones de junio están perdidas para el poder que gobierna. Sin embargo, esta profanación del espíritu constitucional podría arrastrar a la Argentina de tumbo en tumbo y adelantar aún más los estrechos márgenes de la política”, Como si fuera poco, su compañero de columnas, Fernando Laborda, le toma prestado sin citar una calificación al constitucionalista Daniel Sabsay: “Tanto las candidaturas testimoniales como el incumplimiento de los mandatos populares son una estafa al electorado. Todo resulta ya muy poco serio”.
Veamos brevemente algunos adjetivos y argumentos.
Con relación al concepto que las “candidaturas testimoniales” y el “incumplimiento de los mandatos” son “una estafa al electorado”podría contestarse con unos párrafos imperdibles del politólogo Enrique Zuleta Puceiro, insospechado de kirchnerismo, para quien:
“En los sistemas parlamentarios, los cargos ejecutivos derivan su investidura de una fuente única de legitimidad: el mandato popular recibido a través de las elecciones legislativas. A nadie sorprendería que los ministros o los alcaldes de un país europeo desciendan periódicamente a la arena electoral a revalidar sus mandatos en elecciones parlamentarias. Elena Salgado –ministra de Economía del Gabinete español– es diputada y, ante una elección legislativa, debe encabezar las listas del PSOE en su circunscripción. Nadie espera que deje luego su cargo ejecutivo. Se sabe que su banca recién ganada será ocupada por quien le suceda en la lista cerrada y bloqueada que encabece en su provincia. No hay en esto nada exótico ni antidemocrático” (Critica, 10-4-09).
Al criterio que se trata de la “violación de los contratos” contraídos por la gente y “una maniobra tramposa y engañosa” ya que los “testimoniales” no ocuparán los puestos para los que van en la boleta se aplica perfectamente el razonamiento de Zuleta Puceiro. Sin embargo, ante tanta irritación de medios y oposición, que en realidad ven peligrar la posibilidad de “un gran golpe” contra el proyecto nacional y popular en marcha, y seria necio subestimar su incansable trabajo para enfrentar cualquier amenaza a su plan, podriamos agregar algo. El “contrato” del actual gobierno, iniciado por Néstor Kirchner y plebiscitado popularmente con Cristina Kirchner, es con un programa y una gestión.
Finalmente, queremos especialmente dirigirnos a quienes pretenden hacer política desde la antipolítica, muchos de los cuales en estos días han reivindicado con lagrimas de cocodrilo el mensaje de diálogo, debate y consenso de Raúl Alfonsín, pero han olvidado el contenido de categorías tan caras al ex presidente.
La creación del consenso se asienta sobre dos ejes: por un lado, el dialogo constructivo y el fuerte debate para no ceder en las cuestiones de fondo o de principios, dos caras de la misma moneda; y por otro lado, mucho mejor si es resultado de lo anterior, en la construcción de las mayorías parlamentarias y legislativas necesarias para gobernar, es decir cumplir con los programas votados, el famoso “contrato” al que ya hicimos referencia. No tiene nada pecaminoso pretender mejorar las posiciones de cada uno, y con más razón del partido oficial, para ayudar a que se cumplan los compromisos.
En todo caso, de lo que se trata es de tener claros cuales son los límites legales y morales en la legitimación de los gobernantes y la construcción de las mayorías parlamentarias. Pero no es eso lo que están planteando los medios y la oposición.